domingo, 16 de noviembre de 2008

El lado oscuro del corazón




Esta película del año de 1992 se puso de moda en los círculos intelectuales de esas épocas, y realmente fue un suceso para su tiempo. Pasó el tiempo y muchos olvidaron el tema, pero de repente por ahí en los círculos de cinéfilos y en las programaciones del canal 22 en México aparece como cosa curiosa y pues ya con la pátina del tiempo, esta película es mucho más disfrutable que en su época primera.

Realmente no la había visto en su tiempo, pero al verla el día de hoy, en ésta época es verdaderamente un goce, estéticamente hablando es hermosa, agradable y realmente romántica. Una música hipnotizante, una fotografía meditativa y un argumento que se disfruta y apasiona.

¿Qué haría un poeta si su vida se convierte en poesía realmente; qué haría un amargado, depresivo e insatisfecho si de repente encontrara lo que desea y eso le produce dolor y pasión; qué harían dos personas que no han sabido nunca lo que significa el amor verdadero si de repente, en apenas unos días se encontraran con ese algo que buscaban con tanto afán? ¿Qué haría un corazón destrozado si encontrara las respuestas?

“El lado oscuro del corazón” es un poema, una constante de palabras que vemos en una pantalla, frases que llegan a corazones sensibles, imágenes que nos recuerdan nuestro propio sentimiento; situaciones que nos hablan de lo comunes que somos y lo previsibles que llegamos a ser como seres humanos. Es una poesía de amor, de sufrimiento, de anhelo; es una poesía de vida, de sueños, de angustia. Es una película que inflama nuestra imaginación y nos hace caer en un ensueño en el que alguna vez hemos estado.

El amor es poesía, pero es sufrimiento, el amor es vida si dejamos que suceda, es ilusión si dejamos que entre en nuestras vidas; oscuridad, luz; no podemos prescindir de ambas.




La dirección y guión va por parte de Eliseo Subiela, la fotografía de Hugo Colance; la actuación de Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros, Jean Pierre Regueras y una hermosa y notable Nacha Guevara; el país Argentina, el año 1992 y hay que hacer notar que las palabras que escucharemos a lo largo del film va por cortesía de Mario Benedetti.


Una belleza, una poesía.


IRAM de la Rochefoucault

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