lunes, 29 de marzo de 2010

Sweet & Lowdown




Woody Allen es definitivamente uno de los grandes del cine de todos los tiempos, se quiera o no, se admire o no, se reconozca o no. Pero eso sí, el nombre de Woody Allen por muchas razones atrae y sin duda crea muchas expectativas, sobre todo para los cinéfilos con deseos de encontrar ese lado patético y melancólico de la vida.

Sweet & Lowdown (El Gran amante, no sé por qué le dieron ese nombre tan ridículo, pero en fin, así se llama en español) es una película en la que Woody Allen no aparece, de hecho deja que un gran actor como Sean Penn se luzca muestre sus grandes dotes histriónicas.

Un guitarrista virtuoso (Emmet Ray) vive una vida llena incertidumbre y desilusión en la que sus propias barreras personales no le dejan disfrutar y triunfar como debería. Busca el amor, y halla en una mujer muda quien lo admira muchísimo, una compañía que le hace ver muchos aspectos que no conocía de su propio ser. Eso más la obsesión de conocer y superar a su ídolo; Django Reinhardt, y además la música, hacen que este guitarrista de jazz a pesar de su virtuosismo no logre triunfar y disfrutar de lo esencial de la vida que le es ofrecida por su búsqueda de algo más y mejor que sólo él ha creado en su imaginación distorsionada.

Es una película llena de detalles melancólicos y de música. El ambiente (los años 30) es de un romanticismo sublime y las actuaciones de Sean Penn y Samantha Morton (Hatty) son extraordinarias. La dirección tiene el toque Allen, posee esa introversión y enfermiza obsesión de infelicidad a pesar de lo bello que es todo lo que rodea a los participantes de la historia.

Producida, dirigida y escrita por Woody Allen, actuada por Sean Penn, Samantha Morton, Uma Thurman, entre otros, el año es 1999 y con música interpretada por Howard Alden.

Es una poesía al patetismo, una oda a la música de los años 30, sobre todo a ese jazz suave y dulce que sólo los guitarristas podían realizar. Es un homenaje a esos músicos olvidados, a esas épocas pasadas y a esos sueños rotos por nuestras fijaciones y obsesiones.


Gran película de Woody Allen en la que no aparece él mismo como protagonista.

Para amantes del jazz, que por cierto, la música de esta película es muy buena, el CD es tan recomendable como la película.

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